MAGDALENA. (Ocultando su alegría.)
¿Qué me dices?... ¿Vas a huir?
MENDO. Voy a uir, pero contigo.
MAGDALENA. ¿Perdiste el juicio?
MENDO. No tal.
Resuelto está, vive Dios.
Y si te parece mal,
aquí mesmo, este puñal,
(saca un puñal enorme)
nos dará muerte a los dos.
Primero lo hundiré en ti,
¡lo juro por Belcebú!,
y luego tú misma, tú,
hundes el acero en mí.
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